1. EL SIGNIFICADO DE LA CATEGORÍA DE ANCIANO

INTRODUCCIÓN

Pocos cargos se han deteriorado más radicalmente que el de anciano. Se ha oscurecido su propósito original, se han perdido sus funciones y se ha alterado su propósito.
Para entender el significado del oficio de anciano, es necesario recordar que el cargo no lo formó la iglesia, sino que se tomó de las prácticas de Israel. Como Morris ha escrito:
Los primeros cristianos eran todos judíos, y es una inferencia razonable que tomaron el oficio de anciano del judaísmo, con el cual estaban familiarizados.

NOS BENEFICIARÁ, EN CONSECUENCIA, DAR ALGUNA ATENCIÓN A LOS ANCIANOS JUDÍOS.

Estos hombres eran oficiales responsables en la administración de la vida comunal judía. Tenían responsabilidades en asuntos que llamaríamos civiles y en los eclesiásticos. Quizá no hicieran una distinción rígida y rápida entre los dos, porque su ley era la ley mosaica, que trata imparcialmente de ambas cosas. Todavía más, su unidad de organización era la congregación de la sinagoga, y la sinagoga, además de ser un lugar de adoración, era un lugar de instrucción, una escuela.
Los rabinos trataban con todo tipo de temas. No se confinaban a lo que nosotros llamaríamos asuntos religiosos, sino que establecían regulaciones para la conducta en los asuntos civiles también.
Los ancianos eran elegidos por la comunidad y tenían su cargo de por vida. Eran admitidos a sus funciones por un rito solemne, que en tiempos del Nuevo Testamento fue aparentemente un acto de entronización. La imposición de manos no parece haberse practicado en ese tiempo, y quizá no hizo su aparición sino hasta la guerra de Bar Kochba o después.
La función del anciano evidentemente se centraba en la ley. Debían estudiarla, exponerla y tratar con la gente que había delinquido contra ella.
Hay obvias similitudes entre este cargo y el de los primeros ancianos cristianos. La importancia de esta similitud resalta cuando reflexionamos que a la iglesia cristiana parece que se le tuvo al principio como una rama del judaísmo. Parece que sus asambleas se modelaron según el patrón de la sinagoga.

CUALESQUIERA DIEZ ADULTOS JUDÍOS VARONES PODÍAN FORMAR UNA SINAGOGA.

Y es probable que las primeras asambleas de cristianos se organizaran como sinagogas. Es más, a una se le llama con este mismo nombre en Santiago 2: 2 y hay evidencia de que «las congregaciones cristianas en Palestina por largo tiempo continuaron siendo designadas por este nombre» (J. B. Lightfoot, Saint Paul’s Epistle to the Philippians, p. 192). Estas supervisarían los asuntos de la nueva sociedad de la misma manera en que los ancianos judíos supervisaban la sinagoga.
A fin de entender el trasfondo hebreo del cargo, es importante reconocer su origen en la estructura familiar y tribal de Israel. El anciano;
Primero, era lo que el nombre indicaba: un hombre de edad en un cargo de autoridad.
El término anciano era comparativo, así que podía referirse a un hombre que gobernaba sobre su casa. Este cabeza de familia, o de un grupo de familias, supervisaba la disciplina y justicia dentro de su familia, su educación, adoración y sostenimiento económico; también tenía la responsabilidad de defenderlos contra sus enemigos.
Así que ley y orden eran funciones básicas del anciano pero en un sentido mucho mayor que de policía: era deber del anciano entrenar a quienes estaban a su cargo en la forma de vida. La función del anciano era, pues, religiosa, civil, educativa y vocacional.

TAMBIÉN APORTABA AL BIENESTAR DE SU CASA.

Segundo, los ancianos formaban la base del gobierno civil.
Puesto que los hombres que gobernaban de una manera tan extensiva sus hogares estaban mejor capacitados para gobernar, Moisés acudió a los ancianos, por mandato de Dios, para formar un grupo de setenta para que gobernaran a Israel (Nm 11: 16).
Estos hombres gobernaron bajo Moisés y lo ayudaron a instruir al pueblo en las implicaciones de la ley (Dt 27: 1). El gobierno local estaba en manos de los ancianos (Dt 19: 12; 21: 2; 22: 15; 25: 7; Jos 25: 4; Jue 8: 14; Rut 4: 2). A estos ancianos también se hace referencia en los Evangelios (Mt 16:21; 26:47; Lc 7:3). En la época del
Nuevo Testamento algunos ancianos gobernaban en el Sanedrín y eran expertos en la ley, y otros gobernaban en sus localidades.
Tercero, los ancianos eran los que dirigían las sinagogas, como Morris ha indicado.
Dentro de la sinagoga, el anciano era el maestro, impositor y experto estudiante de la ley.
El hecho de que el anciano gobernara en la iglesia, el Estado y la familia en la época del Antiguo Testamento no hizo de este cargo una institución. El hecho de la unidad vino no de la absorción de una institución en la otra, sino de su subordinación común a la ley y su uso común de la misma.
El hecho de que la iglesia tomara de Israel el cargo de anciano tiene que ver con su afirmación de que era el nuevo y verdadero Israel de Dios. La iglesia era la verdadera sinagoga de Dios, y el nuevo y verdadero Israel.
El propósito Del oficio era producir una nueva sociedad, Del reino de Dios, instituir la nueva creación mediante la disciplina de su Palabra y Ley.
El sello de aprobación de Dios sobre la iglesia como nuevo Israel, y los ancianos como los nuevos oficiales portadores de la ley de Dios, era la imposición de manos y la implícita unción del Espíritu Santo (1ª Ti 4: 14).
El cargo de anciano tenía entre sus requisitos la capacidad de enseñar y la capacidad de gobernar (1 Ti 3:2-5). Es significativo que el vínculo con el origen del oficio permanece. El anciano fue siempre en sus inicios un hombre que gobernaba un núcleo familiar; de aquí que en Israel, un gobernante (y todos los gobernantes eran ancianos en un sentido verdadero) tenía que ser un hombre casado, probado en autoridad y gobierno. San Pablo reitera esta aptitud como algo ineludible:
«Pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?» (1ª Ti 3:5). El oficio de anciano requiere una sociedad centrada en la familia.
El gobierno de la nueva sociedad cristiana se complicó con el hecho de la persecución. Los cargos de diáconos y viudas, establecidos para funcionar bajo los ancianos, tenían como función el gobierno, el alivio de los necesitados, ministrar a los más jóvenes, la educación, etc.
El anciano como maestro funcionaba en la iglesia primitiva en una esfera tras otra, en la iglesia, en la familia, en el aspecto de bienestar por delegación y supervisión, en educación, y, porque se evitaban los tribunales civiles, como un gobierno civil.
Precisamente porque los tribunales romanos eran «injustos» (1ª Co 6:1), los ancianos servían como jueces para juzgar las controversias entre cristianos (1ª Co 6:1-3). Si un miembro de la iglesia rehusaba acatar una corrección (Mt 18: 15-17), entonces se le podía tratar como «gentil y publicano» y llevarle, si fuera necesario, a un tribunal civil.
Por lo general, los tribunales impíos se debían evadir hasta el sacrificio (Mt 5: 40). No existe en el Antiguo Testamento restricción en cuanto a acudir a los tribunales, porque estos estaban en manos de los ancianos o reflejaban su influencia. Los tribunales norteamericanos, a pesar de su corrupción, no han perdido su carácter cristiano ni su legado de la ley bíblica.
Pablo en 1 Corintios 6:2 declara: «¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?». Algunos, debido a la referencia a ángeles en el versículo 3, refieren este juzgar al mundo venidero, pero su verdadero significado es con referencia al tiempo y a la eternidad.
La palabra juzgar aquí tiene el sentido del Antiguo Testamento de gobernar o gerenciar. Gerenciar en efecto conlleva el significado de un gobierno continuo por los santos sobre el reino de Dios, en el tiempo y la eternidad.
Una de las consecuencias de existir en un mundo hostil fue que la iglesia tuvo que asumir la función de una sociedad total para sus miembros. Los ancianos o presbíteros eran vitales para esta función.
El cargo de anciano empezó con la familia. Retuvo no solo el oficio sino también el concepto de familia en la nueva sociedad de Cristo. Todos los verdaderos creyentes eran miembros de la familia de Cristo. Una congregación y una comunidad de creyentes, por tanto, cuidaba de los suyos, porque «el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?» (1ª Jun. 3: 17).
La literatura de la iglesia primitiva subraya esta posición. Al mismo tiempo, no había tolerancia para la indolencia: «Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma» (2ª Ts 3:10). Todavía más: «Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo» (1ª Ti 5: 8).
La meta de los ancianos y su enseñanza era formar una comunidad de creyentes responsables, responsables de sí mismos y su casa y de los demás creyentes.
Pero eso no es todo. Debido a que los santos fueron llamados a gerenciar o gobernar el mundo, muy rápidamente llegó a ser su propósito pasar a cargos de autoridad y poder. Las cartas de San Pablo indican que se convirtieron romanos prominentes. Los saludos incluyen a «los de la casa de César» (Fil 4:22). En la época puritana, la presión de los santos en todo tipo de cargo en la iglesia, estado, escuela y comercio fue de gran alcance.
Ley es equivalente a gobierno o reino; es la expresión de un gobierno o reino y la aplicación de una soberanía a su jurisdicción. Los ancianos, como representantes de una ley, la ley de Dios, son llamados a aplicar la ley de Dios a toda esfera de la vida. Es deber del hogar, escuela e iglesia cristianos entrenar ancianos que aplicarán la ley de Dios a todo el mundo.
El anciano no está gobernado por la iglesia como un funcionario subordinado enviado como agente imperial al mundo. Más bien, el anciano gobierna en su esfera, así como la iglesia en su ámbito, cada uno como agentes imperiales de Cristo el Rey. En algunos puntos, el anciano está bajo la autoridad de la iglesia, y en otros puntos es independiente de ella.
La iglesia llama y ordena a sus ancianos, pero hay poca razón para limitar el cargo a la iglesia. Los cristianos en la educación, gobierno civil, las ciencias, las leyes y otras profesiones pueden constituirse como cuerpos cristianos y examinar y ordenar hombres que promuevan la ley y el gobierno de Dios en su esfera.
La categoría de anciano es un llamamiento de Dios, y la iglesia es una agencia en la cual se cumple el llamamiento. Así era el cargo en Israel, y no hay evidencia de ningún cambio en su naturaleza en el Nuevo Testamento. El hecho de que se retuviera el mismo nombre del cargo, anciano, enfatiza la continuidad.
En Apocalipsis, además, encontramos a «veinticuatro ancianos», que simbolizan la plenitud de la iglesia tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. La práctica judía de entronizar a los ancianos también encuentra eco en que estos ancianos «echan sus coronas delante del trono» (Ap 4: 10), indicando la suprema majestad de Dios.
Los ancianos estaban en tronos, eco del llamamiento original a Adán a ser sacerdote, profeta y rey sobre la creación bajo Dios. La restauración de ese gobierno de realeza bajo Cristo es la función del anciano, y es un llamamiento en todo dominio de la vida.
El concepto de presbiterio o ministerio lo revivió fuertemente Lutero con respecto a la universidad y a los profesores. La cátedra de profesor fue la heredera de la silla del anciano de la sinagoga, y había una entronización comparable.
Hasta hoy, a muchos profesores se les coloca en una «cátedra» dotada sin que se den cuenta del significado de ese término. Rosenstock-Huessy señaló que «las universidades representaban la vida del Espíritu Santo en la nación alemana».
La obra del Espíritu Santo mediante el oficio y ministerio del anciano se veía como manifestada a través del profesor.

Sin embargo, no es sino cuando todo llamamiento legítimo se ve como un aspecto de la ancianía potencial, y se le coloca bajo el gobierno de la Ley y Palabra de Dios a través de presbíteros o ancianos que sirven a Dios, que se cobra consciencia completa del significado de la ancianía.