En 1ª Timoteo 5: 1-16 San Pablo
habla de la reprensión a miembros de la iglesia.
A los ancianos hay que tratarlos
primero «como a padre», a los jóvenes hay que reprenderlos como «a hermanos»,
«a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas». Las viudas,
los hombres y mujeres, los ociosos y los chismosos son todos mencionados por
San Pablo en su declaración sobre la reprensión.
La reprensión es la primera etapa
del castigo y tiene referencia a Mateo 18: 15; tiene referencia a una ofensa
conocida y obvia que el pastor o miembro llama la atención del ofensor a la luz
de las Escrituras; también puede ser el último paso en algunos asuntos que exijan
una reprensión pública (1ª Ti 5:20).
En esta epístola San Pablo se
interesa en la ley (1 Ti 1:3-11). Los asuntos referentes a reprensión, castigo
y excomunión se citan entonces según los problemas de la iglesia; son en
esencia cuestiones de fe y moral, de autoridad y ley. El objetivo de tales
acciones no es la iglesia, sino el reino de Dios; no una institución, sino el reino
de Dios.
Algunos de los aspectos citados
por San Pablo, aunque no son todos de ninguna manera, son:
Primero, la autoridad. Los hombres deben
asumir el liderazgo en cuestiones de fe tanto como en el hogar, y las mujeres
no deben salirse de los límites de su posición (1ª Ti 2: 8-15). San Pablo, de este
enunciado de autoridad, pasa a tratar de la autoridad de un obispo o presbítero
en términos de requisitos. La autoridad es dada solo a los hombres que pueden
ejercer autoridad, y cuya capacidad para disciplinarse a sí mismos y a su casa
se haya demostrado (1ª Ti 3: 1-13).
Segundo, se discuten aspectos de doctrina
y falsa enseñanza sobre la doctrina y la moralidad (1ª Ti 4: 1-16). Se condena
el ascetismo y el celibato sacerdotal. No tenemos aquí ninguna ley nueva, sino
que es confirmada la ley bíblica en general, y la fe bíblica como un todo.
Ninguna dispensación nueva ha dejado obsoletos los conceptos del Antiguo
Testamento en cuanto a carnes y matrimonio.
Tercero, se citan aspectos de moralidad
como motivos para reprensión. Es obligación de los padres enseñar piedad a sus
hijos. Examinemos específicamente lo que San Pablo dice. En 1 Timoteo 5: 3
ordena: «Honra a las viudas que en verdad lo son».
La traducción de Moffatt [en
inglés] con precisión parafrasea esto como: «A las viudas en necesidad real se les
debe sostener de los fondos». El significado de honrar a padre y madre es obvio
que incluye el sustento. Las viudas excluidas del sustento de la iglesia son,
como Lenski lo resumió, «las que tienen familiares y las que se dedican a la
vida alegre». Las viudas dignas, a cambio de su sostenimiento, trabajan en la
iglesia.
Entonces se citan a las viudas
con familias. Estas tienen una función de enseñanza, como también la iglesia,
en relación con sus hijos y nietos:
Pero si una viuda tiene hijos o
nietos, ellos son quienes primero deben aprender a cumplir sus obligaciones con
los de su propia familia y a corresponder al amor de sus padres, porque esto
agrada a Dios (1ª Ti 6: 4, VP).
El no cuidar a los miembros de la
familia de uno, por tanto, constituye una violación del quinto mandamiento; es
también una violación del octavo, en que es una forma de robo. Este mismo
punto, el deber de proveer para la familia de uno, se vuelve a enunciar en el
v. 8:
Pues quien no se preocupa de los
suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que
los que no creen (VP).
El comentario de Lenski sobre
este versículo es muy acertado:
Esto se enuncia en su forma más
fuerte. En el v. 4 es: «aprendan éstos». Aquí el sentido es: «si uno no
aprende, este es el veredicto que hay que pronunciar sobre él». Pero en el v. 4
tenemos el caso de una viuda sola; aquí es una cuestión de todos y cada uno de
los dependientes. La referencia a «alguno» es perfectamente clara; es la
persona que tiene un núcleo familiar, cuya responsabilidad es proveer para los
miembros de su casa.
El verbo quiere decir «pensar de
antemano» y así (intensificado) llevar a la práctica ese pensamiento, o sea,
«proveer». Pablo lo indica de la manera más completa: «proveer para los suyos y
especialmente para los miembros de su familia».
La lectura preferida tiene solo
un artículo, porque Pablo no se refiere a dos grupos distintos «Los suyos» son
todos los que pertenecen a ese núcleo familiar, siervos y miembros de la
familia. Aquí hay un fuerte argumento respecto al sustento de una madre o
abuela viudas; si uno debe proveer incluso para sus criados, cuánto más para la
madre o abuela de uno. Pero se incluye a todos los dependientes; padre y madre,
si estos son dependientes, esposa e hijos, y también otros parientes tales como
sobrinos huérfanos.
Esta es la enseñanza cristiana.
Ahora el que no vive a la altura de esa «fe niega», etc.
A fin de dejar en claro la
enormidad de tal acción, Pablo añade a manera explicativa: «y es peor que un
incrédulo», uno que nunca creyó ni nunca profesó creer. El pensamiento no es
que el incrédulo siempre proveerá para los miembros de su familia y sus
criados; muchos no lo hacen; sino que cuando un incrédulo no lo hace, malo como
es, y mala como es su acción, no es tan mala como tener la verdadera enseñanza
y después flagrantemente negarla.
Lo que una congregación debe
hacer con un miembro de este tipo no necesita añadirse. Su veredicto está
escrito aquí.
Los que no sostienen a los suyos
primero deben ser reprendidos y luego excomulgados.
En donde interviene falsa
doctrina, se nos pide que nos «apartemos» de tales personas (Ro 16: 17), en
verdad que los «rechacemos después de una primera y segunda amonestación». No
debemos recibir a tales personas en nuestra casa, ni acogerlas, porque hacerlo
nos convierte en partícipes de sus malas obras (2ª Jn 10, 11).
En donde hay inmoralidad como la
de no dar sustento, a tales hombres también hay que rechazarlos. Lo mismo se
aplica a los fornicarios no arrepentidos que son miembros de la iglesia: se les
debe excomulgar (1ª Co 5: 9-11).
Así como «honrar» quiere decir
más que respeto verbal e incluye sustento, «recompensar» y «proveer» quiere
decir más que solo sustento financiero. Proveer para los hijos de uno incluye
una educación cristiana, porque se debe hacer provisión para la mente y para el
cuerpo del niño. Poner a los hijos en una escuela pública o en una escuela atea
es no proveer adecuadamente para ellos.
Se debe notar que la iglesia
apostólica, y por siglos después la iglesia cristiana, proveyó para las viudas,
huérfanos y los enfermos, para todos los necesitados, como parte de su
obligación. En 1ª Timoteo 5: 10 se hace referencia a hospedar forasteros, y en
otras partes a la hospitalidad (1ª Ti 3:2).
En esos días, los mesones fuera
de Palestina por lo general eran casas de prostitución también, y por
consiguiente no eran lugares donde los cristianos debían quedarse. Como
resultado, la obligación de atender a los cristianos que viajaban era
importante. La iglesia primitiva era así un gobierno muy vasto, y continuó
siéndolo casi hasta el siglo 20.
Es importante volver a repetir
aquí el significado del gobierno en
su sentido histórico bíblico. El gobierno básico del hombre es el autogobierno
del hombre cristiano. La familia es un aspecto importante del gobierno también,
y el básico.
La iglesia es un aspecto de
gobierno, y la escuela es otro. La vocación del hombre es un aspecto de
gobierno, y la sociedad en general gobierna a los hombres por sus estándares y
opiniones. El estado es, pues, un gobierno entre muchos; es un gobierno civil,
y no se le puede permitir que usurpe o se apropie de aspectos que no le
pertenecen.
Debido al concepto bíblico del
gobierno, existen muchas esferas de ley, y cada una tiene su autoridad interna,
disciplina y requisitos. Estas esferas son separadas pero están entrelazadas.
El estado, por ejemplo, debe exigir que los hijos sostengan a sus padres, pero
la iglesia, sea que el estado actúe o no, tiene la obligación de enseñar y
castigar o excomulgar a sus miembros en el mismo asunto. De modo similar, se
requiere de la familia que enseñe tal sustento (1ª Ti 5: 4) y que se las entienda
con sus miembros pródigos si no obedecen.
OTRO ASPECTO DE MORALIDAD CITADO POR
SAN PABLO ES RESPECTO A LOS SALARIOS.
El principio, previamente
considerado en relación con Deuteronomio 25: 4: «No pondrás bozal al buey
cuando trillare» es que «Digno es el obrero de su salario» (1ª Ti 5: 18). Las
consideraciones económicas no se marginan por este requisito sino que más bien
se refuerzan. El sabio es buen mayordomo no solo del dinero y materiales sino
también de los hombres. El hombre que paga a sus obreros lo menos posible es en
última instancia el que pierde ante Dios.
Por tanto está claro que el
castigo impuesto por la iglesia tiene referencia primaria a la conducta del
hombre ante Dios y el hombre; la reducción de una buena parte del castigo de la
iglesia a las ofensas contra ella es una perversión de las Escrituras y una
limitación de la jurisdicción de la iglesia.