7. LAS REPRENSIONES Y LA EXCOMUNIÓN


En 1ª Timoteo 5: 1-16 San Pablo habla de la reprensión a miembros de la iglesia.
A los ancianos hay que tratarlos primero «como a padre», a los jóvenes hay que reprenderlos como «a hermanos», «a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas». Las viudas, los hombres y mujeres, los ociosos y los chismosos son todos mencionados por San Pablo en su declaración sobre la reprensión.
La reprensión es la primera etapa del castigo y tiene referencia a Mateo 18: 15; tiene referencia a una ofensa conocida y obvia que el pastor o miembro llama la atención del ofensor a la luz de las Escrituras; también puede ser el último paso en algunos asuntos que exijan una reprensión pública (1ª Ti 5:20).
En esta epístola San Pablo se interesa en la ley (1 Ti 1:3-11). Los asuntos referentes a reprensión, castigo y excomunión se citan entonces según los problemas de la iglesia; son en esencia cuestiones de fe y moral, de autoridad y ley. El objetivo de tales acciones no es la iglesia, sino el reino de Dios; no una institución, sino el reino de Dios.
Algunos de los aspectos citados por San Pablo, aunque no son todos de ninguna manera, son:
Primero, la autoridad. Los hombres deben asumir el liderazgo en cuestiones de fe tanto como en el hogar, y las mujeres no deben salirse de los límites de su posición (1ª Ti 2: 8-15). San Pablo, de este enunciado de autoridad, pasa a tratar de la autoridad de un obispo o presbítero en términos de requisitos. La autoridad es dada solo a los hombres que pueden ejercer autoridad, y cuya capacidad para disciplinarse a sí mismos y a su casa se haya demostrado (1ª Ti 3: 1-13).
Segundo, se discuten aspectos de doctrina y falsa enseñanza sobre la doctrina y la moralidad (1ª Ti 4: 1-16). Se condena el ascetismo y el celibato sacerdotal. No tenemos aquí ninguna ley nueva, sino que es confirmada la ley bíblica en general, y la fe bíblica como un todo. Ninguna dispensación nueva ha dejado obsoletos los conceptos del Antiguo Testamento en cuanto a carnes y matrimonio.
Tercero, se citan aspectos de moralidad como motivos para reprensión. Es obligación de los padres enseñar piedad a sus hijos. Examinemos específicamente lo que San Pablo dice. En 1 Timoteo 5: 3 ordena: «Honra a las viudas que en verdad lo son».
La traducción de Moffatt [en inglés] con precisión parafrasea esto como: «A las viudas en necesidad real se les debe sostener de los fondos». El significado de honrar a padre y madre es obvio que incluye el sustento. Las viudas excluidas del sustento de la iglesia son, como Lenski lo resumió, «las que tienen familiares y las que se dedican a la vida alegre». Las viudas dignas, a cambio de su sostenimiento, trabajan en la iglesia.
Entonces se citan a las viudas con familias. Estas tienen una función de enseñanza, como también la iglesia, en relación con sus hijos y nietos:
Pero si una viuda tiene hijos o nietos, ellos son quienes primero deben aprender a cumplir sus obligaciones con los de su propia familia y a corresponder al amor de sus padres, porque esto agrada a Dios (1ª Ti 6: 4, VP).
El no cuidar a los miembros de la familia de uno, por tanto, constituye una violación del quinto mandamiento; es también una violación del octavo, en que es una forma de robo. Este mismo punto, el deber de proveer para la familia de uno, se vuelve a enunciar en el v. 8:
Pues quien no se preocupa de los suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que los que no creen (VP).
El comentario de Lenski sobre este versículo es muy acertado:
Esto se enuncia en su forma más fuerte. En el v. 4 es: «aprendan éstos». Aquí el sentido es: «si uno no aprende, este es el veredicto que hay que pronunciar sobre él». Pero en el v. 4 tenemos el caso de una viuda sola; aquí es una cuestión de todos y cada uno de los dependientes. La referencia a «alguno» es perfectamente clara; es la persona que tiene un núcleo familiar, cuya responsabilidad es proveer para los miembros de su casa.
El verbo quiere decir «pensar de antemano» y así (intensificado) llevar a la práctica ese pensamiento, o sea, «proveer». Pablo lo indica de la manera más completa: «proveer para los suyos y especialmente para los miembros de su familia».
La lectura preferida tiene solo un artículo, porque Pablo no se refiere a dos grupos distintos «Los suyos» son todos los que pertenecen a ese núcleo familiar, siervos y miembros de la familia. Aquí hay un fuerte argumento respecto al sustento de una madre o abuela viudas; si uno debe proveer incluso para sus criados, cuánto más para la madre o abuela de uno. Pero se incluye a todos los dependientes; padre y madre, si estos son dependientes, esposa e hijos, y también otros parientes tales como sobrinos huérfanos.
Esta es la enseñanza cristiana. Ahora el que no vive a la altura de esa «fe niega», etc.
A fin de dejar en claro la enormidad de tal acción, Pablo añade a manera explicativa: «y es peor que un incrédulo», uno que nunca creyó ni nunca profesó creer. El pensamiento no es que el incrédulo siempre proveerá para los miembros de su familia y sus criados; muchos no lo hacen; sino que cuando un incrédulo no lo hace, malo como es, y mala como es su acción, no es tan mala como tener la verdadera enseñanza y después flagrantemente negarla.
Lo que una congregación debe hacer con un miembro de este tipo no necesita añadirse. Su veredicto está escrito aquí.
Los que no sostienen a los suyos primero deben ser reprendidos y luego excomulgados.
En donde interviene falsa doctrina, se nos pide que nos «apartemos» de tales personas (Ro 16: 17), en verdad que los «rechacemos después de una primera y segunda amonestación». No debemos recibir a tales personas en nuestra casa, ni acogerlas, porque hacerlo nos convierte en partícipes de sus malas obras (2ª Jn 10, 11).
En donde hay inmoralidad como la de no dar sustento, a tales hombres también hay que rechazarlos. Lo mismo se aplica a los fornicarios no arrepentidos que son miembros de la iglesia: se les debe excomulgar (1ª Co 5: 9-11).
Así como «honrar» quiere decir más que respeto verbal e incluye sustento, «recompensar» y «proveer» quiere decir más que solo sustento financiero. Proveer para los hijos de uno incluye una educación cristiana, porque se debe hacer provisión para la mente y para el cuerpo del niño. Poner a los hijos en una escuela pública o en una escuela atea es no proveer adecuadamente para ellos.
Se debe notar que la iglesia apostólica, y por siglos después la iglesia cristiana, proveyó para las viudas, huérfanos y los enfermos, para todos los necesitados, como parte de su obligación. En 1ª Timoteo 5: 10 se hace referencia a hospedar forasteros, y en otras partes a la hospitalidad (1ª Ti 3:2).
En esos días, los mesones fuera de Palestina por lo general eran casas de prostitución también, y por consiguiente no eran lugares donde los cristianos debían quedarse. Como resultado, la obligación de atender a los cristianos que viajaban era importante. La iglesia primitiva era así un gobierno muy vasto, y continuó siéndolo casi hasta el siglo 20.
Es importante volver a repetir aquí el significado del gobierno en su sentido histórico bíblico. El gobierno básico del hombre es el autogobierno del hombre cristiano. La familia es un aspecto importante del gobierno también, y el básico.
La iglesia es un aspecto de gobierno, y la escuela es otro. La vocación del hombre es un aspecto de gobierno, y la sociedad en general gobierna a los hombres por sus estándares y opiniones. El estado es, pues, un gobierno entre muchos; es un gobierno civil, y no se le puede permitir que usurpe o se apropie de aspectos que no le pertenecen.
Debido al concepto bíblico del gobierno, existen muchas esferas de ley, y cada una tiene su autoridad interna, disciplina y requisitos. Estas esferas son separadas pero están entrelazadas. El estado, por ejemplo, debe exigir que los hijos sostengan a sus padres, pero la iglesia, sea que el estado actúe o no, tiene la obligación de enseñar y castigar o excomulgar a sus miembros en el mismo asunto. De modo similar, se requiere de la familia que enseñe tal sustento (1ª Ti 5: 4) y que se las entienda con sus miembros pródigos si no obedecen.

OTRO ASPECTO DE MORALIDAD CITADO POR SAN PABLO ES RESPECTO A LOS SALARIOS.

El principio, previamente considerado en relación con Deuteronomio 25: 4: «No pondrás bozal al buey cuando trillare» es que «Digno es el obrero de su salario» (1ª Ti 5: 18). Las consideraciones económicas no se marginan por este requisito sino que más bien se refuerzan. El sabio es buen mayordomo no solo del dinero y materiales sino también de los hombres. El hombre que paga a sus obreros lo menos posible es en última instancia el que pierde ante Dios.

Por tanto está claro que el castigo impuesto por la iglesia tiene referencia primaria a la conducta del hombre ante Dios y el hombre; la reducción de una buena parte del castigo de la iglesia a las ofensas contra ella es una perversión de las Escrituras y una limitación de la jurisdicción de la iglesia.